A través de redes sociales, radios locales y folletos impresos, los integrantes de las redes infanto juveniles de Perú y Bolivia difundieron una diversidad de saberes locales que recopilaron junto a sus abuelos y padres.
Durante los últimos seis meses, los integrantes de las redes infanto-juveniles de Perú y Bolivia -países en los que se implementan las acciones Proyecto Regional Andino- han recopilado una serie de prácticas tradicionales y saberes sobre agrobiodiversidad, herbolaria, cuidado y conservación de paisajes y fuentes de agua, esto les ha permitido conocer más sobre las sabidurías locales, así como revalorar y afirmarse en su cultura.
El uso de plantas medicinales, técnicas de limpieza de canales, secretos y señas para la siembra de diversidad, rituales a la Yakumama, curar el susto y limpieza de ambientes son algunos de los saberes que niñas, niños y jóvenes plasmaron en cartillas, spots, folletos y videos como parte de sus esfuerzos por recuperar diferentes saberes de sus comunidades.
A la fecha, estos saberes han sido difundidos por redes sociales, radios locales, páginas web y distribuidos en formato impreso a familias en las diferentes comunidades de las 8 regiones en las que el proyecto tiene presencia.
Cabe señalar, que muchas de las comunidades andino-amazónicas, en ambos países, conservan una diversidad de saberes útiles para la vivencia en los diferentes espacios de vida, como son la chacra, la casa, el bosque y los barrios, estos están comprendidos en prácticas, secretos y señas que corresponde a una manera de ver y sentir el mundo desde una perspectiva cultural específica.
Diálogo intergeneracional

Algo que caracteriza a los saberes es que estos no se repiten, sino que se recrean en el hacer continuo de la vivencia comunitaria, donde las generaciones adultas transmiten a las generaciones más jóvenes; esta peculiaridad ha hecho posible mantener vigentes estos saberes en las comunidades.
Durante los meses de aislamiento social, se ha visto como este retornar a las comunidades ha propiciado que los mayores compartan sus sabidurías con los más jóvenes, afianzando este diálogo intergeneracional, que por la rutina moderna se estaba perdiendo.
“En estos meses, se ha evidenciado una suerte de fortalecimiento de comunicación intergeneracional, de padres a hijos, de abuelos a jóvenes; es decir, esto que estaba alejado por múltiples razones, por las escuelas, el trabajo, con la pandemia ha permitido el acercamiento entre las propias familias”, comenta Edgar Aguilar de la coparte ASAP de Puno y agrega, “en una sola comunidad hemos recogido cerca de 92 saberes sobre una diversidad de plantas, estos han sido recopilados en lengua aymara, ahí uno ve la cantidad de saber que existe en las comunidades”, expresó.
En este proceso, el calendario comunal de la agrobiodiversidad, ha sido un elemento clave, pues guió gran parte de estas acciones de recopilación de saberes, información plasmada en cartillas, que recogen prácticas útiles para los momentos de cosecha, limpieza de canales, preparación de la tierra para los meses de siembra, así como, señas para las primeras lluvias.
“El nuevo contexto permitió incorporar a la familia y niños en las actividades comunitarias de la tierra: cosecha, transformación y almacenamiento, con esto la recreación y recuperación de saberes con la participación de los niños ha sido más visible”, señala Fernando Antezana, quien acompaña a la red de jóvenes de Pusisuyu, en Cochabamba, Bolivia.
“En el calendario comunal podemos encontrar todas las sabidurías, nuestro objetivo principal como red es conocer nuestra identidad, nuestra costumbre. Buscamos que cada uno conozca los saberes locales y rescaten las sabidurías de los yachaq, es así que hemos trabajado sobre la base de la afirmación cultural, hemos trabajado el reconocimiento de los saberes, también con la información de nuestros abuelos y nuestros padres, acorde a los meses del calendario. Así, los jóvenes han ido mes a mes recogiendo información en las cartillas. Esto queremos transmitirlo a otros jóvenes por las redes sociales, difundir a las autoridades municipales que conozcan este esfuerzo realizado por nuestra red, que revalora la cultural y la fortalece, señaló Wendy Graza, acompañante de la red de jóvenes AMAK de Ancash en Perú.
La sanación ha sido otro tema vital que motivó a recopilar saberes locales, tanto en comunidades rurales como en los barrios urbanos, en los que el PRA tiene incidencia, nuevamente el contexto de la pandemia permitió crear espacios de reflexión en las comunidades y barrios, así como la búsqueda de alternativas y prácticas autónomas para hacer frente a la enfermedad desde una perspectiva cultural, recuperando los saberes de medicina natural.
“En estos meses de cuarentena, los más jóvenes han estado más en contacto con los mismos yachaq (abuelos sabios de la comunidad), cuándo hicimos la práctica de recopilar saberes locales para el folleto de Medicina Ancestral Andina, los jóvenes han tenido que conversar en todo momento con los abuelos, como resultado tenemos un material impreso que recoge más de 50 saberes sobre usos y preparaciones de plantas medicinales de 6 comunidades en Ancash”, comentó Wendy Graza, de la red AMAK. En el marco del Proyecto Regional Andino, se publicaron 2 folletos que sistematizan estos saberes sobre medicina ancestral local, el primer documento se realizó gracias al acompañamiento de la coparte peruana Urpichallay de Ancash, y el segundo fue impulsado por la coparte Pusisuyu en Cochabamba, Bolivia.
“Este reencuentro intergeneracional es una de las cosas importantes, y los espacios de comunicación en muchas de las comunidades ha sido la cocina, sea durante el desayuno o la merienda, en este espacio de conversación, y se ha podido evidenciar, que es ahí donde fluye la transmisión intergeneracional”, comentó Edgar Aguilar desde Puno.
Saberes en la urbe
En los barrios urbanos de Lima (Perú) y La Paz (Bolivia) también fue posible realizar acciones de recopilación de saberes, esto como parte de la propuesta de fomentar la convivialidad en las ciudades, como resultado se logró obtener una serie de saberes y prácticas acorde a la vivencia urbana.
“El tema de la recuperación de saberes ancestrales forma parte del eje ciudades conviviales, en el que una de las principales acciones ha sido recuperar el vínculo entre las niñas, niños, jóvenes y las y los abuelos, desde el compartir de saberes vinculados principalmente a la crianza de la tierra y las semillas en las huertas comunales, la ritualidad, las artes sana y oficios, de esta manera ir retejiendo este vínculo de los abuelos con la generación de jóvenes”, expresó Ana Sofía de la coparte Arena y Esteras de Villa El Salvador.
La experiencia en los barrios urbanos ha sido particular, pues mucha de la población migrante pudo recordar los saberes de sus comunidades de origen, y que los practicaban adecuándolos al contexto citadino.
“Junto a los chicos de la red ComunArte, conversamos en talleres virtuales, sobre estas prácticas de nuestros abuelitos o padres, y salieron temas como uso de hierbas medicinales, o la pasada de huevo para curar el susto, limpieza de ambientes, al principio hubo mucha sorpresa de parte de los chicos, pero también permitía que emerja un recuerdo que estaba allí y que ellos comenzaban a relacionar, comenzaban a recordar anécdotas de vivencias que ellos no sabían que se trataba de un saber que se debe cuidar. También, creemos que en la ciudad hay prácticas que pueden convertirse en saberes, y ser consideradas como tal”, afirmó Ana Sofía. Cabe señalar que estos espacios virtuales de diálogo, tuvo como resultado la elaboración de una guía para fomentar la revaloración y recopilación en contextos de ciudad.
En estas experiencias de recopilación de saberes locales participaron niñas, niños y jóvenes de Ancash, Lima, Ayacucho, Cusco, Puno en Perú y de La Paz, Cochabamba y Chuquisaca en Bolivia.
En tanto, quienes desde las copartes vienen acompañando este esfuerzo cuentan qué impresiones han tenido los jóvenes en estas experiencias.
“Hay un sentimiento de alegría, sentir que ellos quieren recuperar sus saberes y prácticas poco a poco, frente a la homogenización de la globalización acelerada. Volver al seno de la familia, a «escuela de la vida», donde al ayudar a sus papás y pasar más tiempo con ellos ha permitido que recuperen muchos más saberes y actividades, no sólo ligada a la soberanía alimentaria, sino también a las diferentes dimensiones de la cultura y la ritualidad. Además, la predisposición de las/os niñas/os a participar y aprender se da sobre todo cuando están en sus paisajes”, comentó Fernando Antezana, sobre este esfuerzo realizado por los jóvenes en revalorar los saberes locales en Cochabamba.
Asimismo, de cómo los jóvenes quedan sorprendidos de la cantidad de saberes que pueden identificar y, al mismo tiempo, reconocer la importancia de preservar la memoria cultural de sus comunidades.
“Esta experiencia nos ha permitido ver cómo los jóvenes se quedan sorprendidos de toda la cantidad de saberes, cuando hacen la entrevista, cuándo se conectan con los yachaq, se dan cuenta que hay mucha más información y ellos se impresionan de todo lo que van encontrando en la investigación de saberes, y van comprendiendo la importancia que estos no se pierdan”, afirma Wendy Graza.
El apoyo de los padres a los jóvenes es también importante, pues respaldan estas iniciativas que los jóvenes realizan, así lo expresa Wendy Graza:
“Y cuando les preguntaba qué piensan sus padres, con el temor de que vayan a pensar que no es bueno que están perdiendo su tiempo, al contrario, cuentan que sus padres consideran que esto les va ayudar a ellos en la vida, a defenderse, porque si ahora, no aprenden el saber de cómo sembrar, el saber de las señas, cuando su padre o su madre ya no estén no va poder tener esta sabiduría ni qué transmitir a sus hijos. Eso es lo que nos llena de ganas de seguir trabajando con ellos y acompañar este proceso, más porque en cada comunidad es única, las sabidurías son diferentes en cada una de ellas”, dijo la acompañante de la red AMAK.
Estas acciones de las redes Infanto juveniles, se hace visible la importancia de acercar a los más jóvenes a la cultura propia desde los saberes y recuperar prácticas que son útiles para diferentes aspectos de la vida cotidiana, pero además de volver a encontrarnos y reconocernos como parte de una cultura animada por las relaciones de interaprendizaje y buena convivencia en las comunidades, partiendo del diálogo entre las generaciones más adultas, transmitiendo sus sabidurías, y las generaciones de jóvenes recreando los saberes y prácticas ancestrales.