Madres y abuelas de las comunidades de Tarabuco revaloran la práctica comunitaria del Away transmitiendo a las más jóvenes de sus familias la sabiduría ancestral muy utilizada por la cultura Yampara para la elaboración de prendas.
“Para iniciar el telado, es bueno empezar los días martes, miércoles o jueves así para acabar más rápido; los domingos y lunes no se inicia el telado porque son días flojos o de descanso”, cuenta Paulina Yale de la comunidad Molle Wata Alta, mientras con destreza hace cantir la millma, convirtiendo los moños de lana de oveja en fino y delicado hilo para el telar, sabiduría que aprendió desde muy joven, hoy, que es madre de familia, pasa horas dedicándose a esta práctica para hacer prendas con las cuales sus hijos puedan abrigarse.
El Away (telar) es un instrumento de la tradición andina milenaria en Tarabuco (Chuquisaca-Bolivia) con el que se elaboran prendas tejidas como phullos (colcha o frazada para las camas), costales para el almacenamiento de semillas, ponchos y llijllas (mantas que utiliza la mujer Yampara). Su uso es una herencia legada por las comunidades de tejedores que caracteriza la identidad de la cultura Yampara que se ubica en esta parte de Bolivia.
La revaloración de esta práctica ha sido motivación de las familias de Viscachani, Lamboyo, Molle Wata, Sarufaya y Jauja Esmeralda, comunidades de Tarabuco que participan del Proyecto Regional Andino, que busca fortalecer la cultura educativa comunitaria local, en este caso en torno al telar, generando aprendizajes fuera de las aulas escolares y con participación de todos los integrantes de la comunidad; al mismo tiempo que les proporciona habilidades para defenderse en la vida, y lo más importante es que se mantienen vivos los conocimientos que su cultura históricamente desempeña.
La iniciativa consiste en que las madres y/o abuelas enseñan el AWAY (telar) a sus discípulos, es decir, a las más jóvenes o niñas, en este caso puede ser a sus hijas, nietas, yernas, sobrinas o vecinas, como es la tradición en las comunidades de transmitir saberes y experiencias de generación en generación vigorizando el tejido social con identidad cultural.
“A mí me interesa este tipo de trabajo para que el hilado y el telar no se pierdan. Cuando realizamos esto nuestros hijos/as también quieren hacerlo, por eso mi interés, viéndome ellos/as también en el futuro van a realizarlos por sí solos. Nos sirve mucho como para este tipo de frío, para poder calentarse, o cuando llega visita a la casa nos sirve para poder prestarles, si no realizamos tampoco hubiera que prestar a las visitas”,
dice Aleja Tardío Vásquez.
Elaborar prendas con el away, no es una tarea sencilla, primero se debe cuidadosamente lavar la millma (lana trasquilada de oveja), luego se procede a fuscar y cantir la millma (convertir la lana trasquilada en hilo o lana para el telar), después, usando elementos naturales como hojas, arcillas u otros se hace teñir la lana, y recién allí se puede realizar el telado de la pieza escogida para elaborar.
Las madres con sus discípulas trabajan desde sus hogares de manera individual realizando técnicas escogidas por ellas, como es el llano o tejido sin figuras, el watado tejido con figuras, pero amarrados antes de realizar el teñido de la lana, y el pallay o tejido con figuras que se construye al telar.
“A mí, mi madre me enseñó a hilar y telar, el pallay y el watado me lo enseñó mi madrina. Yo sé telar costal de semillas, camas, llijllas. Nosotras realizamos las camas para cada uno de nuestros hijos/as con sus nombres para que no se quiten entre ellos. Para telar tenemos secretos, por ejemplo, cuando estamos iniciando y llegan visitas no las dejamos entrar a casa, porque algunos son flojos hombre o mujer, si estas personas ven el telar al inicio le transmiten esa flojera y no se puede avanzar en el telado; o cuando estamos empezando a telar nos pedimos en nombre de la Virgen de Santa Bárbara, le hablamos: ´En tu nombre mamita Santa Bárbara voy a telar´ para poder avanzar rápido”,
comparte Aleja Tardío, todos esos los saberes y cosmovisiones alrededor de su tradición que ha aprendido.
A la fecha, son 110 madres /abuelas de las 05 comunidades que acompaña el CESATCH en Tarabuco, quienes enseñan hacer prendas en telar a sus niñas, adolescentes y jovencitas, en algunos casos el padre también colabora. Ellas escogieron esta actividad porque es parte importante de su cultura, y sienten esa necesidad de mantener viva la memoria e identidad de su tradición enseñando a sus hijos/as como sus madres hicieron igual al enseñarles este oficio.
“Yo siempre he tenido interés de realizar este tipo de trabajos, los hago para mis hijos/as. Mi mamá me enseñó, y cuando tenía la edad de mi hija ya sabía hilar y telar, desde entonces hago sola el teñido y el watado, hoy en día ya no quieren hacer, y se está olvidando de este oficio, yo no quiero olvidarme quiero seguir haciendo, porque esto viene desde nuestras abuelas, pero a mí me enseñó mi madre. Al realizar esto estoy alegre y tranquila dentro de mi casa, pero cuando estoy sin hacer nada en casa pienso, en todo me preocupo hasta de mis hijos, pero cuando agarro mis lanas me pongo hacer estoy tranquila; hago camas para mis hijos/as. Para toditos quisiera hacer para dejarles como un recuerdo para cuando me muera y se abriguen con esa cama durante la época fría, ahora estoy haciendo para mi hija menor Nayely. Para el telar mi madre me enseñó y yo sigo esas enseñanzas”,
dijo Ignacia Vargas Coanqui de la comunidad de Sarufaya, mientras le muestra a su pequeña hija cómo cantir la millma.
Por su parte, Rosmeri Choque Reque de la comunidad de Lamboyo, cuenta que desde pequeña veía como su madre hacía prendas con el away y así poco a poco fue aprendiendo, ahora ella no solo hace tejidos para sus hijos, sino que incluso hasta puede ver este aprendizaje como una opción para obtener ingresos para su hogar.
“A mí me interesa mucho realizar este tipo de tejido, mientras mi madre realizaba este trabajo yo la observaba, y desde pequeña yo ya podía hilar, solía preguntarle a mi mamá como se hacían camas, costal para semillas, ponchos y llijllas, ella siempre me explicaba. Yo me siento feliz realizando este trabajo, en ocasiones hago para vender, tambíen hago para mis hijos y mi marido con sus nombres, mis hijos también se ponen felices cuando se los hago, mi mamá me la ha hecho con mi nombre, saben decir ellos”,
comentó la comunera de Lamboyo.
Con estas prácticas es posible promover aprendizajes fuera de las escuelas, ya que al momento de realizar el trabajo las madres/abuelas enseñan: matemáticas, ciencias sociales, lenguaje, química, etc., con ellos se va fortaleciendo la educación comunitaria local a través de aprendizajes significativos para la comunidad. Con esto las comunidades se benefician al fortalecer las actividades de su cultura propia, y cada familia pone en práctica actividades que estaban siendo relegadas por la modernidad.
“Siempre me ha interesado hilar y telar ya sea llano o watado. Yo sé hacer costal de semillas, llijllas para las mujeres, ponchos, camas en watado y llano. Cuando tenía aproximadamente 12 años mi madre me enseñó a hilar y telar, mi abuelita también me enseñó, me siento feliz cuando estoy telando, si no estoy telando me siento preocupada. Lo que hago nos permite abrigarnos cuando hace frío; y cuando son varios integrantes en la familia hacemos hartas camas para nuestros hijos/as, para mi marido y para mí también hago, a mis hijos/as les impulso a telar, por eso ellos ya saben hacer chuspas y unqus”,
Marina Beltrán, de la comunidad Molle Wata.
Los coloridos tejidos que se elaboran en el away (telar) cuentan historias de las vivencias cotidianas, encierran cosmovisiones, y son portadores de la tradición, identidad, sabiduría y arte ancestral que se plasman en las prendas, resistiendo al olvido en tiempos modernos, donde son las mujeres de Tarabuco a las principales guardianas de la cultura y el saber milenario del tejido.