Existen distintas técnicas, conocimientos y prácticas desarrolladas por los criadores y criadoras de diversidad en la agricultura heredadas, replicadas y mejoradas de generación en generación en el quehacer chacarero.
La diversidad y variedad de cultivos como la papa, maíz, frejoles, ajíes, cereales, tubérculos y frutas y demás cultivos originarios de América, y que hoy alimentan al mundo entero, es el resultado de por lo menos 10.000 años de práctica agrícola realizada por los pueblos y comunidades originarias de estas latitudes.
El Perú es uno de los principales países de la región considerado centro de origen de diversidad biológica, cuya agricultura está basada en la crianza ritual de plantas de cultivos, y que hasta el día de hoy es practicada por cientos de agricultores y agricultoras, que por generaciones han mantenido viva la cultura chacarera a través de los saberes de crianza agrícola.
Estos saberes han sido clave para la conservación de la diversidad y variabilidad de cultivos, y responden a los avatares de la naturaleza, revelando una especial relación entre las comunidades campesinas de las zonas andino-amazónicas y la naturaleza, en la que se propicia el bienestar de la naturaleza, las deidades y la vida en comunidad, es decir de todo el Ayllu.
Estos saberes de crianza varían de acuerdo a los lugares, comunidades incluso chacras y están comprendidos en prácticas de crianza del suelo, el agua, los microclimas, las señas, los secretos de crianza, entre otros que detallaremos a continuación:
Señas, lomasas o indicadores de clima y suelo.
Son saberes que se construyen a partir de las “lecturas o conversar” con la naturaleza que indican, señalan y enseñan a los comuneros el camino a seguir cuando se trata de realizar cualquier actividad comunal.
“Por su índole incierta, la actividad agrícola, ganadera, pesquera, y montaraz, requiere del humano la “lectura” de las expresiones que brinda la naturaleza en sus diversas manifestaciones. Los técnicos lo llaman “indicadores”. Pueden ser estelares: estrellas, el sol, la luna, las constelaciones. Puede ser acuáticas: peces, algas, lagos, ríos y manantiales; como también animales: zorros, sapos; la misma vegetación natural como cactus y sus flores, arbustos y árboles y las propias manifestaciones humanas: llantos, risas, y sueños. Como dicen los comuneros: “todo es seña”, señala Grimaldo Rengifo.
Dice Eustaquio Mamani, de la comunidad de Queruma, Juli: “Para sembrar no es así nomás. Hay que ver las estrellas, en especial el Qot’o (Las Pléyades) del 13 de junio. Ellos te avisan, son las lomasas (señas). Hay que ver las plantas, el zorro, las aves, las arañas, las hormigas. Todos nos dicen algo, el asunto es que tenemos que saber conversar con ellos. Yo por ejemplo en luna llena no toco semillas, no hago ninguna labor, porque no da fruto”.
Saberes para preparar y criar el suelo.
Están relacionados con las señas que indican la tendencia del clima para poder trabajar la tierra, por ejemplo, los surcos que se hacen en periodos lluviosos son distintos a los que se hacen en épocas de poca lluvia.
Saberes para sembrar diversidad.
Esta práctica consiste en producir diferentes especies y variedades de cultivos durante un mismo periodo en una sola chacra, esto permite la suficiencia alimentaria.
Saberes para sembrar por asociación.
Consiste en sembrar diversidad cultivos en varias chacras, en diferentes alturas y momentos. Por ejemplo, si los cultivos de una chacra ubicada en las zonas altas se ven afectadas por un tiempo de muchas heladas, se puede aprovechar los cultivos de las otras chacras asentadas en las zonas medias y bajas. De igual manera si una chacra se ve afectada por plagas, se tiene a las otras para poder garantizar la suficiencia alimentaria.
La práctica de este saber constituye la base de lo que técnicamente se conoce como control integrado de plagas y enfermedades bióticas (virus, bacterias, hongos) y abióticas (heladas, granizo, sequías, excesos de lluvia).
Saberes para complementar y armonizar el cuidado de la chacra con la crianza de animales.
La crianza de animales domésticos como llamas, alpacas, cuyes, entre otros, permite disponer de guano para abonar las tierras de cultivo, al mismo tiempo que los animales de carga permiten transportar los cultivos para almacenarlos o las semillas para los intercambios. Asimismo, hace posible la obtención de lanas para la confección de ropas y costales que se usan para la actividad chacarera.
Saberes para cosechar.
Los criadores y criadoras de diversidad han desarrollado diferentes técnicas para seleccionar semillas, almacenarlas y transformarlas. Productos perecibles como los tubérculos, raíces y frutos pueden ser almacenados por varios meses e incluso por años, este es el caso del chuño (papa deshidratada), caya (oca deshidratada).
Saberes para criar la organicidad del Ayllu.
Para hacer prosperar las chacras, es importante propiciar actividades para la mejora y el cuidado del paisaje en la que se organice todo el ayllu. Esto es posible gracias a las autoridades tradicionales de la comunidad, personas respetadas y apreciadas por toda la comunidad, quienes motivan y lideran los trabajos para el cuidado de las chacras; además animan la realización de festividades rituales vinculadas a la actividad chacarera.
Saberes para hacer caminar las semillas.
Desde la época prehispánica, los criadores y criadoras de biodiversidad han recorrido a lo largo y ancho del país llevando consigo las semillas y sus saberes de crianza. Este “caminar de las semillas” ha permitido la conservación la diversidad y variabilidad de semillas a través de los intercambios, que ancestralmente se realizaban en los centros ceremoniales o huacas en importantes ceremonias rituales.
Rituales.
Son manifestaciones de cariño y respeto a la Madre Tierra, a los Apus (cerros tutelares de cada comunidad) y a los astros. Son momentos ceremoniales para invocar el amparo de las deidades a propiciar una buena producción, conjuntamente se convierten en espacios para realizar los intercambios rituales de las semillas, que hace posible la conservación de la agrobiodiversidad.
Información tomada del libro “Guía de saberes para la crianza de la agrobiodiversidad andina” de Julio Valladolid Rivera, publicado por el PRATEC en 2012. Puedes descargarlo en el enlace del libro.